domingo, 22 de febrero de 2009


Crónica de una muerte anunciada

Los excesos pasan factura 




Si la muerte, por definición, es el cese de las funciones vitales básicas no es de extrañar que el cine agonice en estos tiempos que corren. Los años de taquillazos insípidos, el cierre de las principales salas de las ciudades, Internet, las películas con menos guión que caspa y, sobre todo, la imperante necesidad de rentabilizar hasta el último fotograma de cada cinta han hecho que el cine se encuentre en el paroxismo de su agonía. 

¿Arte o negocio?


Sin embargo, lo curioso de la muerte es que llega cuando menos lo esperas, cuando estás a punto de lograr tus objetivos o cuando ya los has logrado y puedes comenzar a disfrutarlos. El cine ha enfermado en mitad de estos dos momentos.


Aunque bien pensado, ¿se trata de una dolencia repentina o es más bien el reflejo de años de exceso de celuloide? En cualquier caso y como en muchas películas los muertos pueden resucitar...


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